Bono de Desarrollo Humano vital en presupuesto familiar ecuatoriano
Bono de Desarrollo Humano vital en presupuesto familiar ecuatoriano
Durante el gobierno del ex presidente Jamil Mahuad mediante el decreto Ejecutivo Nº 129, se creó el Bono de Desarrollo Humano, llamado en un principio Bono de la pobreza, un subsidio para aquellas familias ecuatorianas en situación de verdadera pobreza, la creación del Bono de Desarrollo Humano se da con el objetivo de compensar los efectos negativos producidos por la crisis financiera experimentada en 1999.
Ángela Mariscal Macías está feliz, ella y nueve personas de su familia, ella, su madre, su padre, sus tres hermanas y las esposas de sus tres hermanos, son acreedores del Bono de Desarrollo Humano otorgado por el gobierno de Ecuador, al que ella simplemente llama ayuda.
$ 35 mensuales que entrega el gobierno de Ecuador a las familias que se encuentran en situación de pobreza, y desde enero, semanas antes de las elecciones del 17 de febrero, subirá a $ 50. “Una ya tiene aunque sea algo fijo para comprar lo que necesita”, señala la mujer, de 44 años, en el barrio 1 de Diciembre, en Babahoyo (Los Ríos).
Lo único fijo en su hogar es este subsidio que, según datos del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), es recibido por 1’905.873 personas, 723.770 más que en el 2006.
Su esposo está desempleado y, cuando encuentra trabajo, siempre es temporal, siempre sin contratos, siempre sin jornadas de nueve a cinco. Cuenta que, como jornalero, “por ahí le sale algo”, pero eso no alcanza para mantener a su hijo, de 14 años.
A un lado asiente su hermana Miriam, de 39 años. Con este bono mantiene a su hijo, de 12, y completa limpiando casas hasta tres días a la semana por $ 25. Como no le alcanza, cuenta que hasta se inscribió en un programa que ofrecía un bono inexistente, de $ 5.000 mensuales.
A su barrio llegaron personas que ¬según dice¬ se hacían pasar por funcionarios públicos y pedían dinero para incluirlos en la falsa lista de beneficiarios. Ella no canceló porque conocidos le habían dicho que seguramente se trataba de una estafa. “Suerte o tripa. Yo les di la copia de mi cédula, por si acaso. Si lo suben, bien; si no, qué voy a hacer”.
Aunque con matices, en la casa de los Mariscal Macías el criterio es generalizado: el Gobierno “ha hecho bastante por los pobres” y, si bien dicen que ofrecer aumentos antes de los comicios les hace ver que se trata de una estrategia electoral, ven el alza con agrado por las realidades económicas que enfrentan.
Esta opinión encuentra eco en otras familias, en las que el bono es crucial para llegar a fin de mes. Seis equipos de este Diario entrevistaron a 145 receptores del BDH en nueve provincias: Guayas, Manabí, Pichincha, Los Ríos, Azuay, Esmeraldas, Santo Domingo, Santa Elena y Tungurahua. Las seis primeras son las que, en ese orden, más beneficiarios tienen, según el registro del Ministerio de Inclusión.
Los receptores suelen destinar el bono a dos o tres áreas. Según el sondeo, la mayoría, el 54,7%, gasta todo o parte del ingreso en alimentación. El 48,69% menciona que el subsidio ayuda también a cubrir los costos que genera la educación de sus hijos. El 32,17% usa este pago para los servicios básicos; el 26,08%, para salud; el 15,65%, para movilización; el 10,43%, para otros rubros; y el 5,21%, para deudas o créditos del MIES.
Un criterio común: aunque otros candidatos ofrezcan un incremento superior, muchos prefieren “ir a lo seguro”. Con seguro se refieren al presidente Rafael Correa y mencionan dos razones: les pagará el bono antes de las elecciones y, además, con él ya pasaron por un censo.
Temen que otro mandatario, aunque cumpla con el aumento de este subsidio, decida revisar la lista de beneficiarios para efectuar recortes o reemplazos.
Ninguno quiere ser excluido.
Matilde Bazurto tiene 37 años y cuatro hijos menores de edad. Es madre soltera y cobra el BDH hace trece años. Alquila dos cuartos en el barrio Fajardo, en el cantón Rumiñahui (Pichincha), y cuenta que, en un “buen mes” gana hasta $ 200 como empleada doméstica, en diferentes casas. Dice que necesita un aumento, pero escéptica.
“Claro que me interesa que el bono sea mayor, pero conozco cómo son los políticos. La mayoría de veces, las cosas quedan en promesas. Por eso me quedo con el presidente actual”, dice.
También hay quienes difieren y se inclinan por otros candidatos, por simpatía o porque admiten que quieren un pago mayor. Sin embargo, ellos piden no mencionar sus nombres. Unos expresan su temor en perder el bono y otros lo evidencian.
Aunque Correa no creó este subsidio, quienes lo cobran lo asocian como un logro de la llamada Revolución Ciudadana por dos razones: él ha sido quien más ha aumentado el monto y, además, lo ha hecho con más frecuencia, sin atarlo a un incremento oficial de precios, como ha ocurrido en el pasado.
En menos de tres años ordenó dos alzas: en la primera, el 15 de enero del 2007, el bono subió a $ 30 para las familias del primer y segundo quintiles (decreto Nº 12); en la segunda, el 20 de julio del 2009, alcanzó los $ 35 (decreto Nº 347). El 9 de octubre, en las fiestas de Guayaquil, anunció un tercer incremento.
Lo hizo diez días después de que Guillermo Lasso planteara este aumento, durante la presentación de su candidatura presidencial, en la convención nacional de CREO en Portoviejo (Manabí), el 29 de septiembre.
Desde entonces, el alza ha formado parte de la agenda de los precandidatos: Álvaro Noboa (Prian) ofrece de $ 60; Lucio Gutiérrez (SP), $ 65; y Alberto Acosta (MPD-PK), hasta $ 70.
Los tres últimos incrementos –uno, aún por concretarse– han llegado en época electoral, en medio de los ofrecimientos de campaña. En la del 2006, Noboa ofreció pagar $ 77, en alusión a la lista de su partido. La propuesta, con diferentes montos, también fue seguida por otros aspirantes, entre ellos, el propio Correa.
En la campaña del 2009, donde el mandatario se jugaba la reelección, el incremento también fue parte de la agenda de los candidatos. Correa confirmó un aumento de $ 5. Lo hizo el 7 de abril, apenas 19 días antes de las elecciones del 26 de abril.
¿Los beneficiarios conocen quién creó el bono? Las repuestas entre los consultados son variadas. “Lo dan desde el 65”. “Abdalá Bucaram”. “¿Cómo es que se llama? ¿Mahuad?”. “¿No fue Jamil?”. “El de la rondita de cachos”. “Lucio”. “¡El Gobierno!”.
¿Y desde cuándo lo reciben? Las respuestas no llegan en forma de fechas, sino de edades, número de hijos o nombres de presidentes. “Mi niño tenía 4 años y ahora tiene 15”. “Tenía solo un hijo y ahora tengo seis”. “Desde Lucio”. “Con Correa”.
El subsidio fue creado por Jamil Mahuad, el 14 de septiembre de 1998, a través del decreto Nº 129 publicado cuatro días después. Entonces se llamaba Bono Solidario, aunque también era conocido como Bono de la Pobreza. ¿En qué consistía? En pagar 100.000 sucres mensuales a las mujeres pobres con al menos un hijo menor de 18 años y 50.000 a los mayores de 65.
En ambos casos el ingreso familiar no podía ser superior a 1’000.000 de sucres y los beneficiarios tampoco debían tener un salario fijo. El exmandatario había anunciado la creación de este bono en medio de la eliminación de los subsidios al gas, a la electricidad y al diésel, con el consecuente encarecimiento de servicios como el transporte.
El mismo Mahuad aumentó el subsidio el 11 de marzo de 1999, con el decreto Nº 682: 50.000 más para las madres y 25.000 para los mayores. Además, se amplió la base de beneficiarios y así se empezó a pagar 65.000 sucres mensuales a las personas con al menos un 70% de discapacidad, de entre 18 y 64 años.
Mahuad fue derrocado el 21 de enero del 2000 y el 19 de junio de ese año, a través del decreto Nº 507, Gustavo Noboa fijó en $ 10,5 el bono a las madres, un alza que representaba $ 4,5, pues con la dolarización, en la práctica, los 150.000 se habían transformado en $ 6. Quienes tenían más de 65 años y las personas con discapacidad empezaron a cobrar $ 6, el doble de lo que habían estado recibiendo con el cambio de la moneda.
El siguiente incremento llegó con el propio Noboa. El 27 de diciembre del 2000, en medio del incremento de los precios del gas y de las gasolinas, aumentó $ 1 al bono (decreto Nº 1090). Desde ese mes también regían nuevas tarifas telefónicas y antes, en julio de ese año, se había subido el costo de la energía.
El 25 de abril del 2003, Lucio Gutiérrez cambió el Bono Solidario por el BDH (decreto Nº 347). Lo fijó en $ 15 para las familias del quintil uno y en $ 11,50 para las del quintil dos. Este último valor también se destinó a los mayores de 65 años y a las personas con discapacidad, de ambos quintiles.
Alfredo Palacio no lo aumentó, pero creó un componente: la Pensión Asistencial, para transferir los $ 11,5 a los mayores de 65 años y personas con discapacidad en condición de pobreza.
Si Rafael Correa incrementa el bono en enero, este sería el séptimo aumento formal que se realiza mediante decreto. María Angulo, de 87 años, vive en el recinto Las Piedras, en Esmeraldas, y destina el bono al pago de los servicios básicos y medicinas. Ella se muestra segura de su decisión electoral: “No hay que dejar lo seguro por lo dudoso. Pierda o gane, lo va a dar antes; en cambio, los otros son solo propagandas políticas. Es solo una oferta, si es que ganan”.
Ella recibe el bono y su esposo vende caramelos
Rosa Elena Echeverría es ama de casa y José Antonio Tomalá, su esposo, es vendedor de caramelos. Los $ 35 que recibe ella cada mes del Bono de Desarrollo Humano (BDH) y los $ 6 diarios que obtiene él, “cuando la mañana está buena”, no alcanzan para mantener a sus cinco hijos, de entre uno y 10 años. Viven en una pequeña casa de caña levantada en el recinto Diez, en el cantón Santa Elena. “Queremos que suba un poquito, porque eso vale para el estudiante y no alcanza”, dice la mujer.
Madre e hija se mantienen con el subsidio estatal
Para Hermelinda Cadena, de 87 años, el Bono de Desarrollo Humano (BDH) significa tener más o menos comida en su alacena. Junta sus $ 35 con los que recibe su hija: Salomé Quishpe. Tiene 52 años, pero es beneficiaria por el retraso mental que presenta. Viven en una casa de adobe en la localidad de Tocachi, cantón Pedro Moncayo (Pichincha). La octogenaria mujer dice que, ante las grandes necesidades que tiene día a día, ella sí votaría a favor del candidato que ofrezca un bono más alto.
Trabaja, pero debe ‘completar’ para los gastos
Vanessa Vásconez, 29 años, vive en la casa que le prestó su madre en el barrio Los Girasoles, en Ambato (Tungurahua), hasta donde se llega a través de empinadas calles de tierra y baches. Usa el Bono de Desarrollo Humano (BDH) para pagar los servicios básicos y comprar lo que sus dos hijas, de 9 y 12 años, necesitan para estudiar. Ella y su esposo trabajan, pero el dinero no alcanza. Por eso, en el tiempo que queda, arregla zapatos en casa. Este fin de semana tenía previsto pintar tumbas.
14 años cobrando el BDH y no logra dejar la pobreza
Gladis Simisterra, de 39 años, es madre soltera y su único ingreso fijo es el Bono de Desarrollo Humano (BDH). “Lo recibo desde que mi hijo menor, el de 14 años, estaba de meses”. Vive con él y cuatro hijos más (de 16, 17, 18 y 20) en una casa de tablones en la isla Trinitaria, sur de Guayaquil. Solo el mayor trabaja como albañil, de manera eventual, y aporta entre $ 10 y $ 15 cada semana. Simisterra limpiaba casas y desde hace seis meses labora en una empacadora, cuando la llaman. Le pagan $ 12 por día.
Más sobre el Bono de Desarrollo Humano
Datos del MIES y la Vicepresidencia de la República, donde pueden consultar sobre las ayudas económicas que otorga el gobierno ecuatoriano.
MIES
Web: http://www.inclusion.gob.ec
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