Tercera edad y manejo de la silla de ruedas

Manejo práctico de la silla de ruedas

Hoy en día, la silla de ruedas se ha convertido en el mejor auxiliar no solo para el paciente sino también para el cuidador. En el mercado podremos encontrar todo tipo de sillas para las necesidades y requerimientos del paciente: desde sillas de ruedas angostas y ligeras hasta anchas o extra-anchas y fuertes, como para movilizar a pacientes que sobrepasen los 150 kg. de peso.

Existen sillas de ruedas para pacientes  tetrapléjicos, que poseen soportes cervicales y para ambos pies y manos. También se puede encontrar sillas de ruedas desarmables para poder trasladar sin necesidad de hacer mucho ezfuerzo al anciano a su cama o sillón, solamente deslizándolo lateralmente.

Algunas sillas poseen cinturones de seguridad, que se colocan y ajustan al usuario en el caso de que sea tan inquieto, o por carecer de la coordinación muscular y corra riesgo de caer. Otros modelos son adecuados para quienes tienen absoluta capacidad de mover sus brazos, impulsando la silla a la velocidad que ellos mismos deseen. Incluso es posible participar en competencias deportivas con estas sillas porque tiene las llantas delanteras de mayor diámetro. Éstas son más apropiadas para el exterior y las que mencionamos antes se utilizan para interiores porque poseen las llantas traseras más grandes que las delanteras.

La mayoría son plegables, de manera que pueden transportarse con facilidad en el coche, colocarse bajo la cama, en el clóset, detrás de las puertas, etc.
Por último, también hay sillas eléctricas. No tienen comparación con las otras ya que brindan gran comodidad al adulto mayor por su autonomía. Poseen un control muy sencillo al que pueden adaptarse otros sistemas adicionales de control, de tal manera que aun un tetrapléjico las puede manejar (con soplidos, con movimientos de los ojos, de la boca o hasta con mandatos verbales, ya que responden a la voz, etc.). Tienen el inconveniente de que son muy pesadas y no son plegables por lo que sólo se pueden transportan en vehículos suficientemente amplios.

Requieren de un acumulador que se deben recargar durante la noche (puede tener dos, de manera que su silla siempre esté utilizable), y de cierto mantenimiento especializado.
Algo aparentemente sencillo es el manejo de la silla de ruedas, más alguna experiencia se requiere para transportar al adulto mayor sin lastimarlo o maltratar los muebles de la casa. La silla está diseñada para facilitar y multiplicar los esfuerzos de quien la mueve: se debe rodar en el interior de la casa o en exteriores siempre que esté el piso plano sobre sus cuatro ruedas. Si el piso es irregular, lo mejor es que con uno de sus pies pise uno de los tubos que generalmente están por detrás y abajo de la silla, y al mismo tiempo, cargue su peso en los asideros con los que conduce la silla para que las ruedas delanteras se levanten y pueda rodar solamente con las traseras.Evita que los pies de la persona cuelguen de la silla apoyándolos en los estribos, que para eso están construidos, ya que con mucha facilidad puede causarle lesiones en escalones o en cualquier objeto que se atraviese en su camino.
Las vueltas en las esquinas, dentro o fuera de la casa, deben calcularse para evitar golpear con ellas los pies o las rodillas. Las banquetas deberán subirse y bajarse con las ruedas pequeñas hacia la banqueta, es decir, hacia el piso superior. A menos que el chofer sea suficientemente fuerte, no podrá levantar las ruedas delanteras y subir y bajar la silla hacia atrás. El mismo procedimiento se debe emplear para subir y bajar escaleras: la espalda del adulto mayor debe apuntar hacia arriba. Las fundas de los asideros deben estar muy bien pegadas o alguien deberá ayudar tomando la silla de los estribos siempre que éstos no sean ajustables.

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Uso de la silla de ruedas

  • Comprueba que la persona está sentada en forma segura y lo más atrás posible en la silla. Quizá pueda necesitar un cinturón de algún tipo para seguridad.
  • Pon los pies de la persona en el descansapies. Si hay listones o cintas, comprueba que queden bien amarrados.
  • Si vas a poner un cobertor sobre las rodillas de la persona enferma, comprueba que esté metido en los costados y debajo de sus pies para que no haya puntas sueltas que arrastren por el suelo o que se enreden en las ruedas.
  • Cuando empujes la silla de ruedas a otro lugar, comprueba que los codos de la persona enferma no sobresalgan para evitarles un golpe.
  • Cuando pasa por una puerta, dale la vuelta a la silla y jálala hacia atrás. En forma similar, cuando haya un escalón, dale la vuelta a la silla y pon las ruedas delanteras en el escalón antes de levantar las ruedas traseras.
  • Siempre pon los frenos cuando esté parada la silla y recuerda soltarlos antes de tratar de moverla.
  • Nunca dejes a alguien sentado en una silla mirando hacia una pared o de espaldas a alguna actividad interesante.
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Movilización del adulto mayor de la cama a la silla y viceversa.

La forma ideal para moverle es usando siempre una faja lumbar, aunque sea de las que usan los cargadores del mercado, de lona y ajustable, y zapatos de goma antideslizables o antiderrapantes (tenis está bien).
Colócate frente al paciente sentado al borde de la cama, coloca uno de tus pies frente a los del adulto mayor para impedir que él se resbale. Pasa ambas manos por debajo de sus axilas, colocándolas en los hombros o en los omoplatos de la persona, y con su espalda perfectamente recta, jala hasta que puedas mantenerlo casi de pie. Enseguida rota su tronco y colócalo en la silla previamente acomodada a un lado con los frenos puestos. Gentilmente colócalo en la silla, bájale y acomódale la ropa, sube sus pies a los estribos y ¡listo!
Al cambiarlo a su cama, repite la misma operación. Mantén en mente que si no pones los frenos de la silla, ésta rodará y muy probablemente ocasiones una caída a ambos.

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