Kathleen Downes, usar silla de ruedas no es estar confinado
Kathleen Downes es una joven con de 22 años que tiene parálisis cerebral, y esta convencida que los niños con discapacidad pueden ser felices, al igual que ella.
Le gusta mostrarles a las personas que tienen algún hijo en una situación similar a la de ella, que a pesar de las dificultades que significa tener una discapacidad la vida sigue siendo buena. Se explaya dando muchas razones que defienden el uso de la silla de ruedas.
Probablemente muchas personas se pregunten qué es lo que hizo para salir adelante a pesar de su condición, pero para esta joven la respuesta a esa pregunta es muy sencilla, una de las mejores cosas de su vida, y que le ha permitido conocer el mundo, es su silla de ruedas.
Es consciente que durante los primeros días de ser padre de un niño con discapacidad, el primer sentimiento es el miedo y que el último paso es la silla de ruedas, el paso final donde no existe ninguna esperanza.
Incluso añade que ciertos doctores y expertos hablan de esto como si fuera un “confinamiento”, cosa que no es así, porque más bien es un vehículo que, si no existiera, mucha gente realmente no podría salir de sus casas o hacer su vida con normalidad.
Por lo general las personas y la sociedad nos bombardean con una visión de que la silla de ruedas es un estorbo, puesto que hay que empujar por las veredas para hacerle el favor a alguien.
Piensa que todos esos miedo son producidos por la ignorancia, Kathleen asegura que lo que menos la ha provocado su silla de ruedas es confinamiento.
Por eso hace una petición a todas las personas para que la dejen de ver de esta manera. Ama a su silla de ruedas, la ha usado toda su vida y es sinónimo de libertad., pues con ella puede ir a donde sea.
Ella va a la universidad, al trabajo, de compras, a museos, y todo lo hace por si misma y no necesita de nadie para que la ande empujando.
La sociedad siempre ha tenido la idea de que caminar es el máximo logro, el último premio, la señal de superación más clara.
Muchos presionan a sus hijos para ponerse de pie frente a sus ojos, y creen que la silla de ruedas es un defecto, pero ella considera que los pasos no son lo que define a una persona, tener la habilidad de pararse no es sinónimo de carácter, pero si el niño requiere de una silla de ruedas, no es que el o el padre este fallando. Solo hay que entender que es una forma diferente de movilizarse, no piensa que caminar este mal, pero sí que hay que ver las cosas desde otro contexto.
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