Esclerosis múltiple dieta para el paciente. La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune que afecta al sistema nervioso central dañando la capa protectora de los nervios conocida como vaina de mielina, esto detiene u obstaculiza el envío de los impulsos nerviosos del cerebro, ocasionando la aparición de sus síntomas.
La prevalencia de la esclerosis múltiple ha ido en aumento a nivel mundial, los pacientes que padecen esta enfermedad degenerativa requieren atención de grupo multidisciplinario que les ayude a disminuir el progreso de la enfermedad.
Aunque no existe cura para la esclerosis múltiple, su tratamiento está enfocado en controlar los síntomas y ayudar a mantener una calidad de vida normal.
Para las personas que viven con esclerosis múltiple, la alimentación juega un papel muy importante. En el pasado se atribuyó a ciertos regímenes o ciertos alimentos un poder curativo, en el siguiente artículo veremos algunos consejos para la dieta en la esclerosis múltiple.
Comer pensando en la salud
Se han realizado muchas investigaciones para llegar a descubrir cualquier relación entre dieta y progresión de la esclerosis múltiple.Hasta el momento no existe ninguna evidencia irrefutable sobre alguna dieta en particular que pudiera afectar la tasa de recaídas en la variedad recaída-remisión, o que altere la tasa de progresión de la enfermedad en la variedad progresiva secundaria.
Ha habido estudios que han mostrado algún beneficio de dos clases de nutrientes :
Ácidos grasos esenciales
Los ácidos grasos esenciales son las grasas que el organismo requiere para la salud pero que es incapaz de fabricarlas por él mismo, de tal forma que los tiene que obtener a partir de la dieta. Son todas las grasas insaturadas, lo que significa que no todos sus enlaces químicos han sido completados. Forman una parte importante de la estructura del tejido cerebral y de la cubierta de mielina.
El ácido linoleico es el más ampliamente usado de estos ácidos grasos esenciales y está presente en grandes cantidades en el aceite de onagra y en el aceite de borraja. Es conocido como ácido graso de serie omega-6, el 6 se refiere al sitio en la molécula en el cual se encuentra el enlace insaturado. Otro tipo de ácido graso esencial es la serie omega-3, la cual se encuentra en aceites de pescado y aceite de linaza. Existe evidencia de que estos ácidos grasos esenciales pudieran alterar la respuesta inflamatoria en las enfermedades autoinmunes, tales como la EM.
Antioxidantes
Los procesos químicos que liberan la energía que utilizamos en la vida, dependen del oxígeno que respiramos. Como un subproducto, estos procesos originan grandes cantidades de compuestos de oxígeno muy reactivos, llamados radicales libres. También son producidos por exposición a la luz solar y polución urbana. Los radicales libres reaccionan con varios tejidos del organismo, incluyendo la mielina, donde pueden producir daño. Nuestra dieta contiene normalmente ciertas vitaminas y minerales, llamados antioxidantes, que eliminan a estos radicales libres:
Vitamina E – soluble en grasa, se encuentra en la margarina, mantequilla y fruta fresca.
Vitamina C – soluble en agua, se encuentra en la fruta fresca y vegetales.
Vitamina A (como beta-caroteno) – soluble en grasa, se encuentra en hígado, fruta fresca y vegetales.
Selenio – mineral esencial, se encuentra en productos de grano, pescado, huevos, queso y carne.
Dietas restrictivas
Muchas dietas diferentes que excluyen varios tipos de alimentos, tales como el gluten, son mencionadas como de ayuda para las personas con EM, pero ninguna ha probado, científicamente, ser de beneficio. Muchas personas con EM sufren realmente una deficiencia de nutrientes, y una dieta restrictiva puede resultar perjudicial.
Dieta en la EM tipo recaída-remisión
La dieta sugerida en la EM tipo recaída-remisión es la misma que la dieta saludable recomendada para la población adulta normal. Su propósito es incrementar los niveles de ácidos grasos esenciales, antioxidantes, ácido fólico y vitamina B12, mientras mantiene una función intestinal saludable.
Usa margarinas y aceites poli insaturados (p.ej. girasol).
Come pescado regularmente, lo ideal son 2 – 3 veces por semana.
Usa productos lácteos bajos en grasas, p.ej. leche descremada o semidescremada.
Elige pollo y cortes de carne más delgados.
Come cinco porciones de frutas y verduras diariamente, incluyendo una porción de vegetales de hoja verde oscura.
Evita salchichas, tocino, hamburguesas y otros alimentos procesados con alto contenido de grasa animal saturada.
Evita pasteles, chocolate y crema, ricos en grasa y azúcar.
Fríe con poco aceite, asa, hornea o cuece los alimentos en vez de freírlos mucho.
Elige pan de grano entero y cereales integrales.
Toma 8-10 vasos de líquido diariamente (1.5-2l)
Evita consumir dosis mayores de suplementos vitamínicos de las que tu médico te haya prescrito.
Dieta en la EM secundaria progresiva
Las personas con EM secundaria progresiva necesitan adecuar su dieta para satisfacer sus requerimientos individuales. El subir de peso puede constituir un problema para algunas personas debido a la menor actividad como resultado de movilidad reducida, fatiga y, tal vez, depresión. Un gran sobrepeso puede exacerbar los problemas de movilidad e incrementar el riesgo de otras enfermedades tales como diabetes y enfermedades cardiacas. Una dieta cuidadosamente controlada es habitualmente inadecuada en las personas con EM secundaria progresiva, pero hay algunas medidas sencillas que podrían ayudar como: usar productos lácteos bajos en grasa, bebidas bajas en calorías, comidas fáciles de preparar, así como reducir el consumo de alcohol si esto es apropiado.
En el otro lado de la balanza, muchas personas con EM secundaria progresiva pierden peso y terminan desnutridas. Esto puede, por sí solo, producir pérdida de masa muscular, espasmo, fatiga, función mental reducida, respuesta inmune disminuida a infecciones y anemia.
Existen muchas razones por las cuales se pueden producir pérdida de peso y desnutrición:
Una movilidad reducida, problemas de visión y fatiga crean problemas para comprar y cocinar.
Esquemas de atención inadecuados.
Problemas físicos para alimentarse, tales como temblor.
Fatiga rápida al comer, de tal manera que solo se ingieren pequeñas comidas.
Inapetencia; la persona puede afirmar que come más de lo que realmente ingiere. Puede ser resultado de ingesta inadecuada de líquidos.
Problemas mentales – podría no reconocer la pérdida de peso como un problema.
Dificultad para deglutir.
Puede requerirse ayuda profesional con algunos o todos estos problemas. Un nutricionista, un fisioterapeuta o un terapeuta ocupacional, podrían resultar de utilidad. El nutricionista podría sugerir:
Comidas y refrigerios reducidos y frecuentes.
Uso a libre demanda de margarina de girasol en pan y papas.
Refrigerios ricos en aceites vegetales, tales como papas fritas, nueces y mantequilla de cacahuate.
Uso de productos lácteos enteros .
Usar leche descremada en polvo para fortificar la comida.
Usar bebidas suplementadas y preparaciones multivitámínicas.
Disfagia
La disfagia, o dificultad para deglutir, con frecuencia acompaña problemas del habla. Puede ser reconocida por tos y atragantamiento durante las comidas y frecuentes infecciones torácicas. El padecimiento debe ser valorado por un terapeuta del lenguaje y tratado con una dieta especial de alimentos picados, molidos y hechos puré, o líquidos espesos, dependiendo de la severidad del padecimiento. Debido a que esto puede ser desabrido y poco apetitoso, se puede presentar pérdida de peso, y ser necesarios alimentos lácteos y suplementos. En casos extremos, podría requerirse alimentación por vía nasogástrica.
Referencias
1 Bates D, Cartlidge NEF et al. A double-blind controlled trial of long chain n-3 polyunsaturated fatty acids in the treatment of multiple sclerosis. Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry 1989;52:18-22.
2 Dworkin RH, Bates D et al. Linoleic acid and multiple sclerosis: a reanalysis of three double-blind trials. Neurology 1984;34:1441-1445.
3 Warren G, McKendrick M, Peet M. The role of essential fatty acids in chronic fatigue syndrome. A case-controlled study of red-cell membrane essential fatty acids (EFA) and a placebo-controlled treatment study with high dose of EFA. Acta Neurologica Scandinavica 1999;99(2):112-116.