Conducta suicida en la adolescencia
Adolescencia y conducta suicida
Según la OMS (Organización mundial de la Salud) uno de los grandes problemas que requiere de una urgente solución, es la conducta suicida, en especial aquella que se manifiesta durante la adolescencia.
Hasta la fecha, la conducta suicida sigue planteando muchas interrogantes, aún queda mucho camino por recorrer en el desarrollo de este campo.
los últimos años re han realizado numerosas investigaciones que han demostrado la prevalencia de las conductas suicidas en edades tempranas aumenta con la edad, y que en los adolescentes más jóvenes varones y mujeres las tasas de tentativas de suicidio son similares.
Pero en la adolescencia tardía las mujeres presentan una frecuencia 3 veces mayor que en hombres. Sólo un 10% de los suicidios infantojuveniles ocurren antes de los 12 años.
Las tasas de suicidio en los menores de 15 años son inferiores a las de la población general; pero de los 15 a los 19 años se igualan a las mismas.
Las tentativas de suicido también son infrecuentes antes de los 10 años, son frecuentes entre los 10 y los 15 años y elevadas entre los 15 y los 19 años.
La prevalencia de intentos de suicidio en adolescentes varones oscila entre el 1.3% y el 3.8%. Entre las chicas, las cifras oscilan entre el 1.5% de los 12 a los 14 años y un 10% en chicas adolescentes de mayor edad.
¿A qué se deben estas cifras?
Entre las diversas razones que intentan explicar el aumento de actos suicidas en los adolescentes, habría que destacar 3 de ellas:
1. Las características psicológicas del adolescente de hoy: desinhibición, conductas agresivas y búsqueda del riesgo.
2. Las características de nuestro entorno sociocultural, y dentro de este, las relaciones que se establecen en el núcleo familiar.
3. El aumento de la morbilidad psiquiátrica en estas edades, especialmente: la depresión, el abuso de tóxicos, los trastornos de la alimentación y la organización límite de la personalidad.
Sin embargo, los conflictos familiares, los desengaños amorosos y los conflictos escolares son los más frecuentemente referidos por los pacientes.
El abuso físico o psíquico, el rechazo por parte del grupo, antecedentes de malos tratos, y en general, los estresores vitales que acontecen en el medio familiar y las perdidas afectivas, son otros motivos desencadenantes de la tentativa suicida.
La conducta suicida pasa por cuatro fases:
1. Ideación suicida.
2. Amenazas.
3. Intentos (de muy leves a muy severos).
4. Suicidio consumado.
Igual de diferente es el método utilizado en cada fase. Entre los métodos más seguros y violentos para consumar el suicidio están la precipitación y el uso de armas de fuego; en las tentativas la ingesta de fármacos es la más frecuente entre los adolescentes.
La intoxicación medicamentosa introduciría un elemento de ambigüedad en la conducta suicida ya que respeta la integridad corporal y conduce al sueño, lo que se podría deducir un latente deseo de ser salvado en el último momento y no morir, además de realizarse en el propio domicilio y a unas horas donde hay algún familiar en casa.
Cómo se va desarrollando el concepto de muerte, se explica de diferente manera según la orientación o el autor.
Para el Psicoanálisis, por ejemplo, la idea de muerte se adquiere a medida que el niño se va desarrollando evolutivamente y con experiencias de muertes de próximos, es decir, no es un concepto dado.
Del mismo modo el significado que se le otorga a la muerte puede ser diferente según el individuo y las circunstancias sociales y personales que le rodean: problemas conductuales, académicos o familiares, de dificultades interpersonales, pobreza en habilidades de afrontamiento ante los problemas de la vida cuotidiana...
Una conducta suicida puede significar una petición de ayuda, una manifestación de frustración y una agresión hacia sí mismos y hacia los otros, intentando de este modo una búsqueda de comprensión, un intento de superar el afecto perdido, o la esperanza de una respuesta positiva por parte del entorno.
De esta manera se querría mantener o restablecer una relación con los demás hasta entonces insuficiente y mal llevada.
En la infancia y la adolescencia, la conducta suicida se deriva de la interrelación de varios factores: vulnerabilidad biológica, rasgos psicológicos precoces, características de la familia, y en muchos casos, la presencia de psicopatología grave.
Estos serían los principales factores de riesgo:
Biológicos:
se podría hablar de la heredabilidad del suicidio, ya que se da entre un 1015% de tentativas suicidas o suicidio consumado entre los familiares de primer grado.
También se ha visto una asociación evidente entre la actividad del eje hipotalámico-hipofisiario-suprarrenal (HHS) y el riesgo de suicidio medido mediante la prueba de la supresión de la dexametasona.
Se he demostrado que los intentos de suicidio son más frecuentes cuando los niveles de colesterol son bajos.
También se ha observado que la disfunción en regulación de la neurotransmisión de serotonina es un factor de vulnerabilidad siendo más baja la actividad de la MAO de las plaquetas en adolescentes varones con antecedentes de intentos suicidas.
Se ha constatado también que el nivel de rasgos de impulsividad y agresividad se relaciona significativamente con la tentativa suicida.
Psicológicos:
los rasgos caracteriales o de personalidad previa más frecuentes en adolescentes suicidas son los siguientes: agresivos, sin amigos, apáticos, irritables, hipersensibles a las críticas, impulsivos, volubles, pasivos, poco comunicativos, perfeccionistas, inestables, con dificultades de contacto personal, de adaptación al medio, de control emocional, de tolerancia a la frustración, inmadurez y superficialidad afectiva, superemotividad ansiosa, con reacciones subdepresivas ante conflictos familiares y escolares, dependientes e inseguros.
Entorno familiar:
factores predisponentes de gran importancia son la desorganización y disfunción del medio familiar y las carencias afectivas precoces. Se han encontrado causas diversas como por ejemplo, la existencia de una historia de separaciones y pérdidas repetidas, padres con habilidades de afrontamiento inadecuadas, con dificultad para organizar sus propias vidas y que no están al tanto de los problemas de los hijos o el sentimiento de no ser comprendido o de haber sido una decepción para los padres.
También se habla de deprivación parental, agresividad de los padres, inversión de papeles parentales, mala relación conyugal, expectativas excesivas de los padres sobre los hijos, enfermedades mentales en familiares cercanos, ausencia del padre, trastornos de interacción familiar y aislamiento familiar. Con referencia a los padres, otros factores que influirían negativamente serían: edad joven de los padres, bajo nivel de escolaridad, bajos ingresos económicos y las famílias monoparentales (separación o divorcio), enfermedad mental en uno de los padres o fallecimiento de uno de los dos.
Comorbilidad psiquiátrica y tratamiento de la conducta suicida:
Las depresiones, esquizofrenia y trastornos de la personalidad son los trastornos más asociados al riesgo de suicidio en la adolescencia. En algunos casos, existen ciertos rasgos patológicos no bien definidos.
Parece, eso sí, importante la patología psiquiátrica de la esfera afectiva (para ambos sexos), rasgos anómalos de personalidad, alteraciones conductuales y hábitos tóxicos en los jóvenes a la hora de hacer tentativas suicidas.
En general, la ideación suicida aumenta con la edad cronológica. Los adolescentes más jóvenes pueden presentar conducta suicida más en relación con problemas familiares, mientras que los adolescentes mayores son más propensos a presentar trastornos depresivos, conducta disocial y abuso de tóxicos.
Un 25% pueden cumplir criterios diagnósticos de depresión mayor. Destacar que el suicidio es probablemente más común en jóvenes no tratados que en jóvenes que reciben cualquier tipo de tratamiento.
Indicios que pueden preceder a la tentativa: ánimo disfórico, síntomas de ansiedad, irritabilidad, trastornos del sueño, síntomas psicosomáticos, retraimiento social, disminución del rendimiento, pérdida de iniciativa y autoestima, actividad motriz disminuida o pérdida de seguridad en sí mismos y de la confianza básica, esto último les haría verse menos capaces de superar las decepciones y frustraciones de la vida cotidina.
En la intervención terapéutica de una conducta suicida adolescente se debe valorar: la existencia de patología subyacente; factores sociales y ambientales y núcleo familiar. En un servicio de Urgencias, la primera acción debe ser evitar el consumo del suicidio, proporcionando un medio donde el paciente se pueda expresar tranquilamente ofreciendo una escucha empática. Si se valora un riesgo alto, la opción sería un internamiento hospitalario de duración breve.
De igual modo se debe intervenir sobre la familia preparándola para el primer encuentro después de la tentativa, evitando incrementar los sentimientos de culpa y realizando la entrevista de manera tolerante no emitiendo juicios de valor.
El paciente debería poder opinar sobre el tipo de intervención y tratamiento, e implicar a la familia. Cuando la unidad de Psiquiatría asume el caso, el tratamiento incluye actuaciones sobre la patología psiquiátrica de base, sobre el entorno social y sobre el entorno familiar.
Fuente: http://www.mailxmail.com/curso-depresion-infantil/conducta-suicida-adolescencia-1-3
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